Crítica de ‘El brillo de las luciérnagas’ en ‘Valen más mil palabras…’
“Pocos libros me han enganchado tanto como éste.”
[Texto de Eude extraído de su blog ‘Valen más mil palabras que una imagen’]
Los personajes están muy bien trabajados. Al verlo todo desde el punto de vista de un niño de 10 años, empieza la descripción de los personajes de una forma bastante binaria: su familia son buenos, el hombre-grillo es malo (este hombre-grillo es un equivalente al hombre del saco, el cual él oye algunas noches). Sin embargo, poco a poco nuestro protagonista observa comportamientos diferentes en sus familiares y empieza a sospechar de ellos. Entonces, él mismo se hace un gran lío sin saber muy bien quien procura por si bien y quien quiere engañarle. El resultado final es presentar a unos personajes muy humanos, con sus defectos y sus virtudes. Ninguno es enteramente bueno ni enteramente malo.
Lo curioso es que, en esta obra, ningún personaje tiene nombre propio, sino que se hace alusión a ellos por su parentesco. Su padre, un hombre severo y un tanto violento, pero que lucha por proteger a su familia. Su madre y su abuela, que representan y transmiten una gran ternura. Su hermana, un ser bastante independiente y con una psicología muy particular. Su hermano, atrapado en el mundo fantástico del Mago de Oz. Todos ellos son la pequeña fauna que habita en un sótano, junto a nuestro protagonista que se caracterizará por una amplia curiosidad y una potente imaginación.
En cuanto al estilo, la mayor parte de la obra está narrada desde el punto de vista de un niño; por lo que utiliza palabras sencillas, lo que lo hace ameno y rápido de leer. Además, toda la narración estará caracterizada por una gran inocencia: oiremos conversaciones comprometidas desde los oídos de un niño enteramente inocente que no consigue darse cuenta al 100% de lo que sucede en el sótano. Esto hará que vayamos con un poco más de ventaja a la hora de averiguar lo sucedido, pero tampoco demasiada: como bien he dicho, el final es sorprendente.
Tambiénencontramos un pasaje en tercera persona, abandonamos los ojos del niño para observar el pasado de la familia desde un punto más neutro. De todos modos, esta tercera persona se irá centrando en los personajes a medida que avance la acción: es decir, empezará al capítulo desde los ojos del padre, pero pronto pasará a explicarse desde los ojos de la abuela. Este recurso, desde luego, me ha resultado muy interesante; pues dota de gran perspectiva a la novela.